Toni Aira. Director del Máster en Comunicación Política e Institucional de la UPF-BSM
Y Pedro Sánchez volvió a tirar de su mítico “Manual de resistencia”. Sorprendió a propios y extraños al reaccionar como corresponde a un presidente después de un varapalo electoral de las dimensiones del que el 28-M le ha propinado. Asume en primera persona los malos resultados del PSOE y convoca elecciones anticipadas para dar la palabra a la ciudadanía, ahora sobre el gobierno de España. Y, todo ello, tan poco habitual en una política entregada a equiparar la asunción de errores con la derrota, abre la puerta a una nueva resurrección contra pronóstico del líder del PSOE. Y, con esta, irían ya unas cuantas, ahora con Sánchez a lo Rey Sol.
Porque, sí, el líder socialista ha versionado el famoso eslogan de su archienemiga, la madrileña Isabel Díaz Ayuso, aquel viral “comunismo o libertad”, para plantear ahora a los españoles un nítido “retroceso o democracia”. Y él ahí, claro está, se identifica con la democracia, como Luis XIV lo hizo en el pasado con el Estado. “La democracia soy yo”, nos viene a decir. Y a buen entendedor, pocas palabras bastan. El “votadme” es elíptico pero clarísimo.
La perspectiva de una victoria del PP que se acerque a la mayoría absoluta solo o que la alcance con la ayuda de la ultraderecha de Vox ya no es únicamente una hipótesis plausible. Ahora, muchos ciudadanos la van a palpar a lo largo y ancho del mapa de España (a excepción de Catalunya y Euskadi), en ayuntamientos y comunidades autónomas. Lo habrán hecho, muchos de ellos, por no movilizarse, decepcionados o desmotivados por el gobierno de PSOE y Unidas Podemos. Ahora Sánchez les plantea una dicotomía: Que pongan en una balanza qué les importa más, si castigar con su voto (o con su indiferencia) al gobierno de coalición y a sus componentes, o arriesgarse a asumir un gobierno de España con la derecha y la ultraderecha al volante. ¿Susto o muerte? Sánchez ha depositado esta pregunta en las urnas.
Y con estas elecciones que han pillado a todos por sorpresa, Sánchez vuelve al “todo o nada” que ha descrito su carrera política. Resistió con su “no es no” a votar a Rajoy, cuando el PSOE tenía que facilitar su investidura en aras a la estabilidad. Lo defenestraron y resucitó. Lo hizo también contra el aparato del PSOE. Y después de fracasos de investidura y cuando presentó la moción de censura contra Rajoy y cuando le tocó lidiar con la pandemia desde el gobierno. “Solo le ha faltado que nos cayera un meteorito”, han dicho los suyos en más de una ocasión. Y así él, ahora transmutado en Bruce Willis en la película Armageddon, se lanza a por el meteorito en una misión suicida. Puede salir mal, como todo apunta, o puede salir muy bien, contra pronóstico, cosa que en él es ya una cierta tradición.
Llamará al voto últil, no solo de izquierdas (que también, y con lo que opará a Podemos y a Yolanda Díaz) sino al de “los demócratas”, y ahí cree que tiene mucho campo electoral por recorrer (y donde crecer). Polarización al más alto nivel. Todo al rojo. O morituri te salutant. La adrenalina, como mínimo, de nuevo con Sánchez de por medio, no va a faltar.